No se le puede denominar de otro modo. O mejor dicho, sí, pero no es apropiado ponerlo por escrito en este medio, por aquello de la educación. Pero lo que pasa con el popular barrio costero de Cho Vito, en Candelaria, no tiene otro nombre.
Despues de casi tres años del desalojo y derribo de 22 casas, hoy en día sigue sin solución. Un problema originado por la Dirección General de Costas, contando con la complicidad del Ayuntamiento de Candelaria. Y todo no solamente por un paseo que va directamente a la central termoeléctrica de Las Caletillas, sino por la utilización de una ley totalmente arbitraria y confiscatoria, como un instrumento urbanístico.
Y es la misma Dirección General de Costas la que esta vez incumple lo escrito. El proyecto denominado Paseo y Demoliciones de Cho Vito, cuyo promotor es Costas, en su estudio ambiental dice que las obras "no se podrán realizar en época estival". Que se lo digan a los visitantes de la playa de Las Caletillas, que estos días de calor van a refrescarse y se confunden con los cascos verdes de los obreros; los bronceadores y las toallas se mezclan con el aceite de las máquinas pesadas y lo chalecos llamativos de los encargados de obra; se comparte la ensaladilla casera envasada al vacío del bañista con el bocata de sardinas del currante, y todo esto rodeado de vallas de obra que y a modo de cerco han dejado la playa como si fuera un Guantánamo veraniego. Con lo fácil que sería realizar las obras en otoño, con menos visitantes y sin causar molestias a los vecinos ni pérdidas a los comerciantes.
En Cho Vito ya estamos acostumbrados a las vallas y al cerco. Esta vez faltaron los guardias de seguridad y las fuerzas de seguridad del Estado para controlar el perímetro del "peligroso y delincuente" barrio. Todo esto lo hemos padecido con anterioridad. Se ha cortado el acceso; no importa, ponemos una escalera de obra, amarrada con cuatro alambres (o vergas si lo prefieren), y si algún vecino se cae al acceder con la compra, con el carrito del niño, o por la simple utilización de este acceso, pues no pasa nada, que para eso son delincuentes, juzgados y condenados, y si les queda algún derecho ya los omitimos o se lo quitamos en los juzgados. Y si quieren o tienen que salir de noche, pues se quedan en casa, o utilizan esa visión tan espectacular que tienen los vecinos, y de la que ya hicieron uso cuando escondieron las armas y los cócteles incendiarios que aún no han sido descubiertos.
Y mientras Costas omite una verdadera declaración de impacto ambiental (obligada por normativa europea), escudándose, entre otros motivos, en que "el terreno donde se ejecutan las obras es suelo urbano", cosa que dicen las escrituras de las casas demolidas (recuerden que el argumento de la ley para demoler las viviendas era que estaban en dominio público; pues bien, ahora el suelo es urbano). Mientras esto ocurre, la incompetencia de Costas, la incapacidad, la desidia y el desinterés del ayuntamiento, y el abandono por parte de todas las instituciones de la isla es claramente visible. Los vecinos denuncian, los políticos callan.
No importa. Seguiremos aguantando todo este cúmulo de incapacidades, ineptitudes, desidias y olvidos que maliciosamente están siendo propiciados por los autores materiales y defensores de esta ley injusta. Solo nos queda rogar para que no ocurra ninguna desgracia en estas obras, pues seguramente el accidentado será a su vez culpable manifiesto de su accidente.
Antonio Alonso Orihuela
http://www.eldia.es/2011-07-14/CRITERIOS/20-Cartas-director.htm
Despues de casi tres años del desalojo y derribo de 22 casas, hoy en día sigue sin solución. Un problema originado por la Dirección General de Costas, contando con la complicidad del Ayuntamiento de Candelaria. Y todo no solamente por un paseo que va directamente a la central termoeléctrica de Las Caletillas, sino por la utilización de una ley totalmente arbitraria y confiscatoria, como un instrumento urbanístico.
Y es la misma Dirección General de Costas la que esta vez incumple lo escrito. El proyecto denominado Paseo y Demoliciones de Cho Vito, cuyo promotor es Costas, en su estudio ambiental dice que las obras "no se podrán realizar en época estival". Que se lo digan a los visitantes de la playa de Las Caletillas, que estos días de calor van a refrescarse y se confunden con los cascos verdes de los obreros; los bronceadores y las toallas se mezclan con el aceite de las máquinas pesadas y lo chalecos llamativos de los encargados de obra; se comparte la ensaladilla casera envasada al vacío del bañista con el bocata de sardinas del currante, y todo esto rodeado de vallas de obra que y a modo de cerco han dejado la playa como si fuera un Guantánamo veraniego. Con lo fácil que sería realizar las obras en otoño, con menos visitantes y sin causar molestias a los vecinos ni pérdidas a los comerciantes.
En Cho Vito ya estamos acostumbrados a las vallas y al cerco. Esta vez faltaron los guardias de seguridad y las fuerzas de seguridad del Estado para controlar el perímetro del "peligroso y delincuente" barrio. Todo esto lo hemos padecido con anterioridad. Se ha cortado el acceso; no importa, ponemos una escalera de obra, amarrada con cuatro alambres (o vergas si lo prefieren), y si algún vecino se cae al acceder con la compra, con el carrito del niño, o por la simple utilización de este acceso, pues no pasa nada, que para eso son delincuentes, juzgados y condenados, y si les queda algún derecho ya los omitimos o se lo quitamos en los juzgados. Y si quieren o tienen que salir de noche, pues se quedan en casa, o utilizan esa visión tan espectacular que tienen los vecinos, y de la que ya hicieron uso cuando escondieron las armas y los cócteles incendiarios que aún no han sido descubiertos.
Y mientras Costas omite una verdadera declaración de impacto ambiental (obligada por normativa europea), escudándose, entre otros motivos, en que "el terreno donde se ejecutan las obras es suelo urbano", cosa que dicen las escrituras de las casas demolidas (recuerden que el argumento de la ley para demoler las viviendas era que estaban en dominio público; pues bien, ahora el suelo es urbano). Mientras esto ocurre, la incompetencia de Costas, la incapacidad, la desidia y el desinterés del ayuntamiento, y el abandono por parte de todas las instituciones de la isla es claramente visible. Los vecinos denuncian, los políticos callan.
No importa. Seguiremos aguantando todo este cúmulo de incapacidades, ineptitudes, desidias y olvidos que maliciosamente están siendo propiciados por los autores materiales y defensores de esta ley injusta. Solo nos queda rogar para que no ocurra ninguna desgracia en estas obras, pues seguramente el accidentado será a su vez culpable manifiesto de su accidente.
Antonio Alonso Orihuela
http://www.eldia.es/2011-07-14/CRITERIOS/20-Cartas-director.htm