Nuestros pueblos costeros.Canarias

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Cho Vito, década de los 60

lunes, 3 de noviembre de 2014

Cho Vito: los ecos de una demolición


Los vecinos que vieron, hace ahora dos años, cómo las palas derribaban sus casas siguen luchando para "hacer justicia"

 

Las casas blancas salpicadas por el salitre han pasado a ser callaos donde rompen las olas. Los recuerdos de los vecinos, escombros que todavía quedan apoyados en alguna pared que resiste. El paseo entre la ropa tendida y el olor a pescado es ahora una senda de madera con mirador incluido. Y el barrio donde los cafés se compartían con la puerta abierta, una rincón donde disfrutar del sol y el mar.

Cho Vito ya es historia. El próximo día 16 se cumplen dos años del último desalojo en el poblado marinero, 24 meses que han convertido al lugar que un día fue refugio de 30 familias en una playa más para los ciudadanos. El poblado marinero ya es pasado. Ahora, su sitio lo ocupa un paseo litoral que algunos aprovechan para broncearse, pero donde otros solo ven una tierra por la que aún quieren luchar.
Cho Vito ya no sale en los telediarios. El poblado, demolido por la Dirección General de Costas debido a que las casas invadían el dominio público y en aplicación de la Ley de Costas, ha quedado en el olvido. Dos años se cumplen de los días en que fue protagonista a nivel nacional, de la lucha de unos vecinos para los que les tiraran sus casas, de una historia de sentencias y denuncias.

Poco queda de todo aquello. Ahora, en este pequeño núcleo de Las Caletillas, nada parece recordar lo que allí se vivió. En lugar de un barrio, hay una playa. En vez de pescadores, lo frecuentan turistas e iguesteros en busca de un chapuzón. Tomás González, uno de los vecinos desalojados, asegura que "es una imagen desgarradora para nosotros". "Aquí crecieron nuestros hijos y aquí hemos pasado toda nuestra vida", confiesa melancólico sobre los callaos.

Para algunos, la visita con la opinión de tenerife a Cho Vito era apenas la segunda ocasión en que volvían a ver el que fue su hogar. "Todo esto no ha servido para nada, solo para echarnos de aquí", critica Eva González, otra de las desalojadas, echando una mirada de añoranza hacia la playa. Y es que para los que poblaban Cho Vito, la construcción de un paseo litoral en los propios callados donde residían solo era una excusa para quitarles sus viviendas. "El sendero ya existía antes entre las casas y era mucho más accesible que el que se ha construido ahora", apunta González.

Lo cierto es que las obras que la Dirección de Costas ha realizado en el barrio pesquero incluyen la limpieza del litoral, el ensanche del camino marítimo –que ahora incluye también un mirador– y la ampliación de la zona de baño, un espacio que ya disfrutan algunos vecinos pero que para los que resistieron en Cho Vito no justifica su dolor. Tampoco los fondos que emplearon en su construcción. "Se destinó más de un millón de euros para adecuar esta zona y aún hoy, dos años después, se pueden ver escombros y carteles de peligro por desprendimiento", señalan los vecinos.

Gracias al proyecto de rehabilitación de la costa de Candelaria se construyeron 225 metros de paseo peatonal con una superficie pavimentada de 1.647 metros cuadrados, un trayecto que incluye escaleras, mobiliario urbano y ajardinamiento. Sin embargo, los antiguos residentes de este poblado aseguran que en este nuevo sendero litoral no se realizan las tareas de acondicionamiento ni mantenimiento que se prometieron. "Los tubos están sucios, hay hierros oxidados y aún puede verse alguna pared por ahí", explica Antonio Luis, otro de los afectados.

Porque para los vecinos, la vida a Cho Vito no se la dan un par de metros más de playa, ni algo más de espacio para tostarse al sol. Lo de dar alegría al barrio era cosa de ellos. "Siempre teníamos nuestras puertas abiertas para todo el mundo y hasta hemos salvado la vida de más de un turista", apunta González con ganas aún de pelear por aquello que las palas convirtieron aquel fatídico 16 de noviembre en recuerdos. "Éramos como una familia grande", añade con nostalgia.

Y es que Cho Vito se ha transformado pero también la vida de quienes crecieron entre sus piedras. "Antes éramos una comunidad. Todos nos ayudábamos y ahora ni conocemos a nuestros vecinos", revela González. Las familias afectadas por la demolición del poblado pesquero residen ahora en unas viviendas sociales que el Ayuntamiento de Candelaria les facilitó durante dos años. Nada que ver con lo de antes. "Estábamos acostumbrados a otra forma de vivir y ahora te conviertes en un extraño en tu propia Isla", añade el iguestero.

Las historias personales de cada uno de ellos aún siguen clavadas allí, entre los riscos y el mar. Algunos visitan el lugar para reflexionar y para rememorar, pero también para seguir luchando. "Nuestra posición es seguir peleando. La justicia es lenta pero creemos en ella y al final dará claridad sobre todo este proceso", asegura González. Porque de momento, el futuro de este lugar todavía está en el aire. La Unión Europea no ha dicho su última palabra y los afectados se agarran a este resquicio de esperanza. "Se apuraron al máximo, vulneraron los derechos de los ciudadanos y nos sacaron de aquí a la fuerza", explican los exmoradores de las viviendas de Cho Vito.

El futuro no está claro pero el presente sigue siendo duro, porque, expulsados de unas casas que invadían el dominio público y fueron declaradas ilegales, los vecinos aseguran que aún siguen pagando facturas y hasta la hipoteca. "Ayer mismo me pasaron el pago del agua: 108 euros. ¿Dónde está entonces la ilegalidad", se pregunta González. Tampoco tienen asegurado su hogar. "Esperamos por la construcción de una parcela, justo encima del poblado, que el Ayuntamiento se comprometió a cedernos pero en el que ahora no quiere invertir", confiesa el expropietario.

No buscan una indemnización, solo el reconocimiento de lo que consideran una "injusticia". "El dolor y la tensión que hemos pasado no se puede cuantificar", resalta González. "Y hasta día de hoy no hemos visto una sentencia en firme donde se avale el derribo de nuestras casas", añade el que fuera residente del poblado marinero.

Ya no hay barrio pescador en Cho Vito. Ahora hay un amplio lugar de esparcimiento sin los obstáculos blancos de cemento que hace dos años se llenaron de frases reivindicativas y sucumbieron a las palas. Ahora, en lugar de viviendas de autoconstrucción que se alongan peligrosamente al mar hay una playa donde tumbarse al sol, caminar por la orilla y mirar al horizonte.

http://www.laopinion.es/tenerife/2014/11/03/cho-vito-ecos-demolicion/572936.html