Nuestros pueblos costeros.Canarias

Nuestros pueblos costeros.Canarias
Cho Vito, década de los 60

martes, 22 de noviembre de 2011

EL PUERTITO DE LOS MOLINOS, PUEBLO MARINERO































Durante siglos, la jurisdicción administrativa fue única para Fuerteventura; se habilitaron puertos o embarcaderos próximos a nacientes de aguas con abundantes tarajales, ideales para hacer aguada los barcos y para la pesca y marisqueo estacional complementarios a la economía insular; otros se asocian a la presencia de algún horno cercano (de otra forma no se podrían explicar los que hoy vemos alejados de poblaciones) y otros para burlar prohibiciones de saca de granos decretadas por el cabildo. Más tarde Puerto Cabras luchó por que su embarcadero fuese habilitado para el embarque y desembarque de mercancías; máxime cuando la hacienda municipal cobraba un canon establecido sobre dichas operaciones.
Fueron muchas las denuncias formuladas desde Puerto Cabras, sobre todo cuando en 1894 implantó su impuesto municipal sobre carga y descarga en las playas de su jurisdicción, por la costumbre de algunos patrones de barcos que practicaban “ilegalmente” sus operaciones en caletas como las de Jablito o Puerto Lajas.
El Ayuntamiento de Casillas del Ángel logró recuperar un caserío instalado en su jurisdicción. El Puertito de Los Molinos fue uno de aquellos rincones de nuestra costa occidental que siguió usándose que basculaban su residencia desde Tostón (El Cotillo) hasta Puerto de la Cruz y Morro Jable, pasando además por los de Ajuy, Amanay o Terife, barrancos todos ellos con agua dulce y abundante tarajal.
El Puertito está en la desembocadura del Barranco de Los Molinos, donde se forma una especie de laguna con las aguas permanentes que por allí discurren, y que sirvió en su momento para el lavado de barrillas; al lado norte, se forma una plataforma de terrenos de avenida y sobre los cuales se consolidó un pequeño caserío.
Administrativamente el Puertito de Los Molinos estaba, y está enclavado, en terreno de Mancomún de pastos y leña; más tarde la jurisdicción eclesiástica primero y la municipal después, lo hicieron depender de la parroquia y municipio de Casillas del Ángel. Por tanto, a partir de 1.835 y durante toda la vida de aquel municipio, los vecinos de los caseríos de Casillas, Ampuyenta, Llanos de la Concepción o Tefía, gozaron de derechos específicos sobre aquella zona. Mientras los comisionados de costas administraron la cuestión ganadera
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Cuando Casillas del Ángel decidió fusionarse a Puerto Cabras en 1926, dejó bien claros los extremos señalados sobre la zona de mancomún y el uso exclusivo de los ganaderos y, aunque para nada se menciona el uso por los pescadores de la zona, es de suponer que la combinación de ambas actividades se daba por supuesta, máxime cuando los que allí inicialmente se asentaron fueron gentes de la mar. Hasta hace no mucho, algunas de las casas conservaban su ancha puerta para guardar las embarcaciones entre garrafones de brea y otros aperos.
Pocas noticias hemos encontrado sobre el número de edificios en pasadas centurias; algunos viejos hablan de más de doscientos años. La documentación manejada y los testimonios de algunos ancianos, junto a los vestigios conservados, hacen suponer que fue entre 1920 y 1930, cuando se desarrolló allí la más importante actividad: la exportación de piedra de cal y sus derivados. Allí se construyó un horno que aún se conserva; los camelleros habilitaron casetones de piedra seca que evocan la descarga de
piedra hasta la arena, desde donde, a hombros era subida a los lanchones para trasladarla a los veleros que fondeaban en la rada.
La importancia de la actividad mencionada quedó reflejada al plasmarse en los Nomenclátor de 1920 y 1930 la Entidad de Población de Los Molinos. El propio Puerto Cabras, con la comisión liquidadora del Ayuntamiento de Casillas del Ángel, contempló la riqueza tributaria de la zona con un total de 15 casas en pie, en el Registro Fiscal que formaron para el año 1928 y el nomenclátor de 1930 recoge 13 edificios destinados a vivienda y uno a otros usos (horno), olvidándose de los casetones de camelleros habilitados ocasionalmente en lo alto, en el tablero.
Podemos establecer tres momentos en la evolución del pago de Los Molinos: el uso inmemorial por gentes de la mar o gentes de los lugares aledaños que combinaron las actividades pesquera y ganadera tradicionales de nuestra Isla marcaría una primera fase con construcciones de piedra, enfoscadas con torta interiormente y cubiertas de tarajal y torta. El comercio de la piedra de cal y derivados marcaría un segundo momento desarrollando una actividad económica entre 1920 y 1930 tan importante que sirvió de base al Ayuntamiento de Casillas del Ángel para la elevación de Los Molinos a la categoría de Entidad de Población; cal y arena rehabilitaron las antiguas casas de pescadores y se ejecutaron nuevas construcciones, entre ellas un horno. Para el período 1930-1947, los viejos pescadores son la historia aún viva de entonces. A partir de 1947-50, la industria calera rehabilita el Puertito de Los Molinos, construyéndose nuevos hornos y rampas para echar la piedra de cal y el ripio; es entonces cuando nuevas construcciones llegan a delimitar una pequeña calle al norte del pueblito. Son momentos en los que el General Francisco García Escámez, proyectaba la construcción de la Presa, mientras el ayuntamiento de Puerto Cabras desafecta el terreno del Mancomún para formar el pueblo de Las Parcelas.
Abandonado el lugar en lo que a actividad económica con proyección exterior se refiere, es sólo el uso de los pescadores el que se mantiene con vida. Algunos se desplazaban desde El Cotillo: en barca el marido y los varones; por tierra, sin perderles de vista, la mujer y los niños, así recalando en todos los embarcaderos de nuestra costa occidental más arriba señalados.

El momento actual quiere ser más ingrato con nuestro entorno etnográfico, pues si bien se lucha por rescatar una naturaleza que, en aquel sitio ha sido necesariamente modificada por el hombre; no es menos cierto el que las actividades humanas imprimen en la naturaleza una impronta que refleja a las claras un actividad económica relativamente importante de nuestro pasado. No es acertada la destrucción de las huellas que un pueblo, en su devenir histórico deja a las generaciones venideras.
Efectivamente, la Demarcación de Costas de Canarias anuncia en el Boletín Oficial de La Provincia, fecha 11 de agosto de 1993, el proyecto de Acondicionamiento y mejora de la Playa del Puerto del Los Molinos, donde se contempla, entre otros aspectos, el derribo de las construcciones existentes y la construcción de miradores, kioscos y paseos. Ello merece algunas puntualizaciones.
Primero, no olvidar que de lo que se está hablando es de un pueblo estacionalmente habitado y consagrado en el Nomenclátor de Pueblos de España desde al menos 1920, y ratificado como tal entidad de población en el de 1991.
Segundo, el Puertito de Los Molinos no es un conjunto de casetas o chabolas, chiringuitos, como se pretende insinuar en la memoria del proyecto. Son algo más; mucho más, diríamos que son parte de nuestra historia reciente, un testimonio físico al que no deberían estar dispuestos a renunciar los vecinos del territorio que antes ocupó el Municipio de Casillas del Ángel en particular ni los de Fuerteventura en general
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Hoy día, que tanto se masacran nuestros valores históricos y etnográficos, hoy en día que se pone el grito en el cielo cuando se encuentra un trocito de muralla que antaño circundó una ciudad; hoy en día que se escuda por todas partes la rehabilitación de pueblitos abandonados, restaurándolos,… hora es ya que también la industria de la piedra de cal merezca su reconocimiento: algunos ejemplos son las formidables instalaciones de Ajuy y Puerto de la Peña (Pájara), como testimonio de un pasado reciente; en el propio Puerto del Rosario, diversos hornos de la zona de El Charco, merecerían ser rescatados como monumentos e introducidos en el mobiliario urbano como plazoletas y rincones.
Y ahora el Puertito de Los Molinos, rescatado como pueblo estacionalmente habitado por el propio Ayuntamiento de Puerto del Rosario desde noviembre de 1990; ya con esta categoría, merece, cuando menos, que se rescate la traza de los años cincuenta y, con el empedrado de sus callejas y plaza, con el acondicionamiento de las rampas que antaño trepaban al acantilado en busca de piedra de cal, se ofrezca al turismo, no como una tierra virgen que se puede destrozar desde un organizado safari, no un punto de descanso a los isleños en sus rallyes todoterreno, sino un entorno histórico y etnográfico chiquitito, próximo a las inquietantes olas del mar del norte que lo han sabido respetar en su rincón desde hace más de un siglo.
Francisco J. Cerdeña Armas
Puerto del Rosario

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