Siempre recordare la imagen de la Guardia Civil, desalojando la playa de Tabaiba, para comenzar las obras de un edificio a escasos metros de la ribera del mar, días después del esperpéntico espectáculo del desalojo de Cho Vito. Desde ese momento, me di cuenta de la doble aplicación, totalmente ilegal de la ley de costas en Tenerife, y por extensión en todo el Estado.
Y es que la ley de costas, entre otras cosas, esta siendo un elemento más del urbanismo actual, y por lo tanto, propenso a especulaciones. Ejemplo de ello es que la ley, se creó en 1988, y su principal directriz, es recuperar el dominio público, para el disfrute de toda la ciudadanía y regenerar el litoral, y rescatar el estado natural del mismo. Pues bien, si eso dice la ley, es la administración, la primera que incumple la norma reiteradamente, desde la entrada en vigor, permitiendo la construcción desmesurada en primera línea de playa, de hoteles, urbanizaciones, e incluso campos de golf, eso si, “para el uso y disfrute de todos”.
Actualmente, se sigue construyendo en el litoral, bajo la permisibilidad de todas las administraciones, pero curiosamente, son las construcciones anteriores a la ley, muchas con siglos de antigüedad, las que sufren, la inmoral aplicación de la misma. Y dijo inmoral, pues creo que es difícil de entender y de hacer entender, al propietario de una vivienda, cuya fecha de construcción data de la primera mitad del siglo pasado, que tiene que abandonar su casa para poder demolerla, que tiene que pagar el derribo, que su escritura legalmente registrada en la administración correspondiente, que todos los impuestos pagados, no le sirven de nada para demostrar la legalidad de la misma. Y mientras, a escasos metros, se levantan unas edificaciones, construidas hace poco, cierran el acceso al mar, pero que cuentan con todos los permisos. Es difícil de entender, y más difícil, explicar.
Desde el ministerio de Medio ambiente, se dice que la ley es justa, pero si vemos los datos oficiales de la Dirección General de Costas, donde nos dicen, que de “cada 100 expedientes de recuperación del dominio público, sólo dos son favorables a los propietarios”. Este dato, es revelador, de la indefensión que tienen los cientos de miles de afectados ante la ley. Posiblemente, ese 2% de casos favorables, sean de grandes cadenas hoteleras o de urbanizaciones de lujo; no creo que sean casas en asentamientos costeros. Este dato, quedó registrado en el Parlamento Europeo, con la presencia de cientos de afectados, y entre ellos no estaba ninguna cadena hotelera. ¿Están exentos de la norma?
En cuanto al tema de los deslindes y del dominio público, la inmoralidad es escandalosa. Según la ley, “serán dominio público, todas aquellas zonas, creadas por la acción del mar…”.Si nos basamos en eso, donde aparezca un fósil de almeja canaria, o de lapa majorera, tendremos un mojón, ya puede ser varios kilómetros de la costa...Así lo tuvo que entender la dirección general de costas, cuando realizo el deslinde de Formentera, donde no se ha construido nada desde hace 40 años, salvo un hotel de una importante cadena, que curiosamente escapa al dominio público, cuando esta pegado al mar, y todas las antiguas casas de los pescadores y pequeños negocios, están afectados por el mismo deslinde. ¿Arbitrariedad o interés económico?
Y es que la transformación del litoral por la mano del hombre es evidente, pero no creo que los pequeños pueblos costeros, sean los que han propiciado este cambio. Simplemente, nos basta con echar una ojeada a la zona sur de cada isla, para darnos cuenta del cambio brutal y agresivo que han sufrido nuestras costas. Y todo ello amparado por una legalidad sospechosa de favoritismos económicos y de una permisibilidad en el cemento
Ejemplo de esto, es que en Canarias, con nuestra peculiar geografía, se están construyendo decenas de playas artificiales, muchas de ellas causando un grave perjuicio al medio marino, y todas ellas amparadas por una ley de costas, que debiera proteger, en lugar de destruir. Se suele decir que la naturaleza es sabia; pues si eso es cierto, ¿por qué tiene el hombre que actuar sobre ella para favorecer su propia naturaleza?
La respuesta a todo esto, según mi humilde opinión, es que en base a un progreso económico, basado en un turismo medio, estamos convirtiendo nuestras costas, en una segunda Marbella o Benidorm, con playas de finas arenas con cientos de espigones , con paseos de maderas y piedras, para luego en primera línea de playa construir adosados, urbanizaciones, y hasta centros comerciales, y todo ello, según las administraciones, para recuperar y preservar las costas, con esa sostenibilidad entre la acción del hombre sobre la naturaleza, según dicen en su propaganda, o ¿es simplemente inmoralidad manifiesta y reiterada?
Y es que la ley de costas, entre otras cosas, esta siendo un elemento más del urbanismo actual, y por lo tanto, propenso a especulaciones. Ejemplo de ello es que la ley, se creó en 1988, y su principal directriz, es recuperar el dominio público, para el disfrute de toda la ciudadanía y regenerar el litoral, y rescatar el estado natural del mismo. Pues bien, si eso dice la ley, es la administración, la primera que incumple la norma reiteradamente, desde la entrada en vigor, permitiendo la construcción desmesurada en primera línea de playa, de hoteles, urbanizaciones, e incluso campos de golf, eso si, “para el uso y disfrute de todos”.
Actualmente, se sigue construyendo en el litoral, bajo la permisibilidad de todas las administraciones, pero curiosamente, son las construcciones anteriores a la ley, muchas con siglos de antigüedad, las que sufren, la inmoral aplicación de la misma. Y dijo inmoral, pues creo que es difícil de entender y de hacer entender, al propietario de una vivienda, cuya fecha de construcción data de la primera mitad del siglo pasado, que tiene que abandonar su casa para poder demolerla, que tiene que pagar el derribo, que su escritura legalmente registrada en la administración correspondiente, que todos los impuestos pagados, no le sirven de nada para demostrar la legalidad de la misma. Y mientras, a escasos metros, se levantan unas edificaciones, construidas hace poco, cierran el acceso al mar, pero que cuentan con todos los permisos. Es difícil de entender, y más difícil, explicar.
Desde el ministerio de Medio ambiente, se dice que la ley es justa, pero si vemos los datos oficiales de la Dirección General de Costas, donde nos dicen, que de “cada 100 expedientes de recuperación del dominio público, sólo dos son favorables a los propietarios”. Este dato, es revelador, de la indefensión que tienen los cientos de miles de afectados ante la ley. Posiblemente, ese 2% de casos favorables, sean de grandes cadenas hoteleras o de urbanizaciones de lujo; no creo que sean casas en asentamientos costeros. Este dato, quedó registrado en el Parlamento Europeo, con la presencia de cientos de afectados, y entre ellos no estaba ninguna cadena hotelera. ¿Están exentos de la norma?
En cuanto al tema de los deslindes y del dominio público, la inmoralidad es escandalosa. Según la ley, “serán dominio público, todas aquellas zonas, creadas por la acción del mar…”.Si nos basamos en eso, donde aparezca un fósil de almeja canaria, o de lapa majorera, tendremos un mojón, ya puede ser varios kilómetros de la costa...Así lo tuvo que entender la dirección general de costas, cuando realizo el deslinde de Formentera, donde no se ha construido nada desde hace 40 años, salvo un hotel de una importante cadena, que curiosamente escapa al dominio público, cuando esta pegado al mar, y todas las antiguas casas de los pescadores y pequeños negocios, están afectados por el mismo deslinde. ¿Arbitrariedad o interés económico?
Y es que la transformación del litoral por la mano del hombre es evidente, pero no creo que los pequeños pueblos costeros, sean los que han propiciado este cambio. Simplemente, nos basta con echar una ojeada a la zona sur de cada isla, para darnos cuenta del cambio brutal y agresivo que han sufrido nuestras costas. Y todo ello amparado por una legalidad sospechosa de favoritismos económicos y de una permisibilidad en el cemento
Ejemplo de esto, es que en Canarias, con nuestra peculiar geografía, se están construyendo decenas de playas artificiales, muchas de ellas causando un grave perjuicio al medio marino, y todas ellas amparadas por una ley de costas, que debiera proteger, en lugar de destruir. Se suele decir que la naturaleza es sabia; pues si eso es cierto, ¿por qué tiene el hombre que actuar sobre ella para favorecer su propia naturaleza?
La respuesta a todo esto, según mi humilde opinión, es que en base a un progreso económico, basado en un turismo medio, estamos convirtiendo nuestras costas, en una segunda Marbella o Benidorm, con playas de finas arenas con cientos de espigones , con paseos de maderas y piedras, para luego en primera línea de playa construir adosados, urbanizaciones, y hasta centros comerciales, y todo ello, según las administraciones, para recuperar y preservar las costas, con esa sostenibilidad entre la acción del hombre sobre la naturaleza, según dicen en su propaganda, o ¿es simplemente inmoralidad manifiesta y reiterada?
Antonio Alonso
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