Los turistas toman el sol como si estuviesen en la proa de un transatlántico. Vencidos por el calor de los últimos días del verano, relajan sus cuerpos hasta quedar dormidos. Desde allí, una pequeña escalera conduce al mar en un día sin viento donde la marea parece estar detenida. El buen tiempo lo aprovecha todo el mundo: los que pasean por la arena de la playa, los que se sientan a la sombra en Playa Chica y esos que acaban de llegar al hotel, fascinados por las vistas desde el barco imaginario. Están en el hotel Médano, el primero que se construyó en el Sur y que supuso el primer paso para saber que el ocio, un invento del turista, iba a traer prosperidad a la zona. En octubre cumplirá medio siglo y sigue ahí, bañado por el mar y el viento eterno de la costa suroeste donde no hay término medio: o se detesta o se adora.
En 1963 se inauguró el hotel Médano como antesala de un turismo desconocido, de lo que luego sería Ten Bel, Playa de Las Américas o Los Gigantes. Pero antes este local era un empaquetado de tomates, propiedad del ilustre chasnero Francisco García Feo, conocido como don Frasco. Allí se empaquetaba la mercancía para ser llevada al muelle de Santa Cruz camino a Inglaterra. Algunas parejas también se enamoraron en esos salones utilizados para los bailes de las fiestas. En los años sesenta don Frasco puso todas sus ilusiones en levantar el edificio hasta que lo consiguió, sabiendo que el paisaje de una naturaleza única en esta parte de la Isla, al margen del tomate, podría traer una vida diferente.
Tras cincuenta años, el hotel ha pasado por varios propietarios pero siempre ha mantenido su filosofía: que el cliente se sienta relajado. El blanco predomina en las habitaciones y los pasillos, el restaurante, la sala de estar, los muebles, la recepción. En 2008 se realizó un reforma importante que lo ha dejado así. Tiene tres estrellas, como la mayoría de los hoteles de El Médano, y 91 habitaciones. La habitación doble cuesta unos 88 euros con desayuno y 106 media pensión. El cliente predominante es el alemán, pues supone normalmente el 80% de la ocupación, sobre todo en invierno. Aunque hay sitio para otras muchas nacionalidades y en todas las estaciones el año. “Muchos repiten y quieren una habitación determinada”, explica Raquel Casanova, quien lleva doce años trabajando en el hotel. Como directora, gestiona una plantilla de 40 personas donde el 70 por ciento es fija. Casanova, natal de Tegueste, es una enamorada de El Médano. Supo que se iba a dedicar al turismo y por eso en los veranos perfeccionaba idiomas en Inglaterra, Alemania, Italia. Ha empezado desde recepcionista hasta quedar al frente del hotel. “Al estar cerca del aeropuerto también es un hotel de paso, de tantear el terreno e irse a otra zona, pero muchos se quedan aquí, pues es muy atractiva la costa de Granadilla, engancha mucho, sobre todo el paisaje”, comenta la directora. Y es que “El Médano se ha puesto de moda”, dice. La gastronomía es una de sus servicios más solicitados. “Hay tan cantidad de restaurantes, un chino, una trattoria, un argentino, tienes donde escoger”, explica. También hay tiendas que abren todo el día y bares de copas que despiertan por las noches.
En el hotel trabajan 40 personas, tiene tres estrellas y sigue conservando su peculiar esencia. | DA
Cabe citar que las leyes de Costas, la anterior y la actual, han mantenido la incertidumbre en una parte del hotel, que invade el dominio público. Cuando se construyó esta terraza se concedió autorización y una vez que los permisos expiraron la polémica se cebó con el edificio. No se oculta cierta preocupación por el futuro de esta terraza, pero de momento las aguas están calmadas. “Como ciudadana pienso que si se hizo en su día pues ya está hecho, y no podemos mirar hacia atrás. La terraza ha creado unas condiciones excepcionales y un atractivo más para el turista que no hay en otro lugar. Tenemos estas condiciones y lo que debemos pensar es que la costa de El Médano vive del turismo”, sostiene Raquel Casanova.
La gente que visita el hotel también se interesa por otros atractivos de la zona, preguntan por el molino de gofio de Granadillla, por las rutas y senderos, y sobre todo muchos jóvenes practican wind y kite surf, dos deportes siempre presentes gracias al viento. El objetivo del hotel Médano es seguir ofreciendo lo que más sabe: tranquilidad.
Esa sensación ya está en los que cogen el sol en la terraza, como si estuvieran en la proa de un transatlántico navegando en alta mar.
En 1963 se inauguró el hotel Médano como antesala de lo que luego sería Ten Bel, Playa de Las Américas o Los Gigantes. | DA
Un pionero del turismo en el Sur
El chasnero Francisco García Feo construyó este emblemático edificio con la visión de que el turismo podría suponer el futuro de la economía local. El hotel Médano ha pasado por varios propietarios y en 2008 se llevó a cabo su última remodelación, conservando su estructura, las 91 habitaciones y con un interior en el que predomina el color blanco
http://www.diariodeavisos.com/2013/09/medio-siglo-frente-al-mar/
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