Me considero asimismo canario de corazón y algo de cabeza (poca). De hecho, mi familia posee un elevado valor etnográfico, en particular un cuñao mío, Yeray Ayoze Chinea Negrín, cuyo semblante renegrío, tirando a canarión o gomero, no puede negar que salió a los guanches. Él es capaz de ponerte un techo en una noche, aprovechando la marea baja, tal como lo hacían nuestros ancestros. Según cuenta ya Plinio, y que no lo desmintió ni Viera ni Clavijo, la cultura de la construcción guanche evolucionó como un rayo: Desde la cueva natural a la `Cueva de envolvente autónoma´ (: con paredes propias, independizadas o deshijadas del risco original). Con los años vendrían las cuevas adosadas, construidas sobre firmes caparazones de lapas y burgaos, y poco después los grandes complejos de cuevas alongadas al mar (el típico hotel guanche). Estos primitivos, y a la vez actuales, habitáculos servían y sirven lo mismo para meter una manada de cabras como para guardar anzuelos, pandorgas y carnadas. Con la prosperidad de la autoconstrucción costera vino el intercambio de chosos/as en un mercado libre; libre de verdad, con suelo a coste cero y sin pago de derechos reales o de realengo colonial, un vestigio castellano . Pues bien, pretender echar abajo todos estos valores etnográficos de un mandarriasso es destruir toda una cultura ancestral. Es más, esto no traerá más que rebumbios de gente con toallas y sombrillas, y eso es un libertinaje que no podemos permitirnos los canarios. No a la Ley de Costas del Estado colonial;
Este comentario, publicado en un chat, es la contestación a un escrito publicado en la prensa de Lanzarote, defendiendo los hoteles y apartamentos y solicitando el derribo de las "chabolas" que afean el litoral canario.
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